Sobre el perdón

Un perro. Foto: anncapictures
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“Ni perdón, ni olvido”, he leído y escuchado innumerables ocasiones. También fue el lema con el que el político priista Miguel Ángel Osorio Chong lanzó su precampaña para aspirar a la presidencia de México en 2018.

Resulta que otro político fue quien llegó al poder, Andrés Manuel López Obrador. Cuando ya era presidente electo realizó varios foros de pacificación nacional en México. El objetivo de dichos foros era recoger sugerencias, pero también entender el problema de las familias en las regiones más inseguras del país. Jamás olvidaré uno de esos foros en los que al hoy presidente se le ocurrió decir algo muy acorde con su forma personal de vivir, en un auditorio de Chihuahua lleno de madres de asesinados que habían sido rechazadas por el gobernador Javier Corral. “Creo en la justicia, pero también creo en el perdón”. La reacción no fue agradable. De inmediato gritaron “nooo”, habiéndolo tomado quizás como un deseo de ignorar su necesidad de justicia. Cabe señalar que estratégicamente dejó de mencionar esa frase en los siguientes foros de reconciliación.

 

Un árbol. Foto: Bessi
Un árbol. Foto: Bessi

 

El perdón y la justicia son diferentes

La justicia es el proceso por medio del cual, con la asistencia del gobierno, los ciudadanos reparan el daño cometido a otros. Puede ser con dinero, con reponer algún bien dañado o con la cárcel. Esto se puede realizar en medio de un gran enojo, dolor y rencor por el daño causado. Imagínese a esas madres que perdieron a sus hijos, la ligera tranquilidad de saber que los asesinos están en la cárcel y por muchos años no matarán a nadie más, pero también el dolor de que nunca más podrán ver a sus hijos. Así que la justicia nada tiene que ver con el perdón.

 

El perdón es interno y para beneficio de quien perdona

Independientemente de si usted es creyente o no, el ser víctima de actos viles por parte de otras personas le puede causar una verdadera herida en el alma, que puede durar mucho después de dichos actos. En algunos casos incluso se requiere ayuda profesional para superarlos. Una de las formas para salir adelante es el perdón. Cuando usted perdona no significa que aprueba los actos que se cometieron contra usted. Significa que suelta una carga que usted tiene en su interior para que, logre o no obtener justicia, pueda vivir una vida lo más plena posible a pesar de lo que ha sufrido. 

 

Perdonar, por lo tanto, puede ser un acto a solas

Supongamos que quien le hizo daño no está con usted. De hecho no se arrepiente y no le interesa ser perdonado por usted. Perdónele a solas, en su hogar. Puede usted recitar “yo perdono a tal persona”. Si es usted creyente en Dios, pida a Dios que le ayude.  No se trata de un acto ceremonioso ni que cambiará su mente instantáneamente. Es la decisión de soltar el dolor guardado y de concentrarse en vivir de la forma que mejor le beneficie.

 

El mar bajo las estrellas. Foto: jplenio
El mar bajo las estrellas. Foto: jplenio

 

Perdonar puede ser también de gran ayuda para quien es perdonado

Es posible que quien le hizo daño ya se arrepintió. Recuerde que perdonar no es lo mismo que convivir con esa persona. Puede usted decirle que ya le perdonó para que también tenga tranquilidad después del mal que le causó. Usted pude perdonar a esa persona aún si es alguien con quien corre peligro, basta no convivir más con él o ella.

Así pues, perdonar es un acto que ayuda a vivir más en paz con uno mismo y con otros, aún en casos en que la incompatibilidad hace la convivencia imposible. Y si la otra persona y usted deciden retomar su amistad o el lazo que los unía, perdonar les ayudará a hacerlo lo mejor posible superando el pasado.

 

El arrepentimiento ayuda mucho si usted necesita ser perdonado

Pedir perdón de dientes para afuera es una forma de burla. Si usted ha ofendido a otros es posible que no esté totalmente consciente de la magnitud del daño causado. Le invito a que antes de pronunciar palabra, se arrepienta. Reflexione sobre el mal hecho y el daño causado y cómo puede hacer para deshacerlo. Decida no hacerlo más. Tampoco se requiere una ceremonia profunda. Basta con decidir portarse mejor con otra persona. Y si no es posible, basta con arrepentirse, pedir perdón y despedirse. Si es un lazo que se ha de romper, que se rompa de la mejor forma posible, pidiendo perdón antes de hacerlo.

 

Como comentario final, rompa con el orgullo y la falta de empatía. Empecinarse en desear el mal a otros, ya sea que tenga usted la razón o no, solo le causará un malestar innecesario, que puede llegar incluso a enfermarle. Por ello sostengo que el perdón es de beneficio para quien perdona tanto como para quien es perdonado.

Hasta pronto.

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